Este es mi primer FF en este foro... Y por lo que veo en este espacio. Y antes de arriesgarme con alguno de yaoi o yuri, he decidido hacer este FF en el mundo de Naruto... Aunque la verdad, poco de los personajes de Kishimoto veremos... En fin... Que empiece la fiesta...
EL CAMINO DEL GINKGO
CAPÍTULO 1: NUEVOS CAMBIOS
El maestro Iruka solía decir como coletilla para empezar una de sus broncas que yo era un imán para cualquier tipo de problemas: Daba igual lo lejos o lo poco implicada que estuviera, que la cosa iría a mí si no iba yo.
Por un tiempo las cosas no fueron tan mal. No al menos como cuando empecé. El haberme trasladado a Konoha y conocer a todos los ninjas de la aldea fue un buen principio y un buen cambio. Pero la mala notícia la recibí hace un tiempo.
Era un día soleado y caluroso en la villa. Recuerdo que estábamos todos entrenando cerca del río… Bueno, no estábamos entrenando, pues era nuestro día libre y habíamos decidido irlo a pasar bien.
Así que nuestro equipo decidimos irnos por nuestra cuenta, sin la supervisión de nuestro sensei Kakashi a pasarlo bien. Seguramente, os estaréis preguntando qué hace alguien como yo en un grupo que hay de tres.
Ese fue el problema desde el principio: Que como llegué nueva ya a finales, me pusieron temporalmente con el equipo de Kakashi hasta que me encontrasen uno… Y pasé mucho tiempo.
En fin, Sakura nos envalentonaba a que nos bañásemos todos en el agua, para bajar el calor.
-Id vosotros. –Me excusé.
-¿Cómo? –Preguntó la pelirrosa- ¡Va, Renga, por una vez que todos estamos de acuerdo en algo!
-No puede Sakura. –Le cortó Sasuke- ¿Acaso has olvidado que tiene miedo al agua?
Sasuke no estaba siendo desdeñoso, decía la verdad y por una vez se lo agradecía. Nunca había sabido de mis padres, y la que fue mi tutora, la maestra Haybara, me decía siempre que le preguntaba, algo esquiva, que murieron cuando el torrente de mi aldea natal subió repentinamente.
Observaba a mis compañeros reírse desde la sombra del árbol, algo triste por no poderme unir. Pero… Había algo en mí que me hacía estar alerta, tener los pelos de punta, y en la retina de mi mirada se hacía la imagen de que los tres se ahogaban, y cuando salía de esa perturbadora escena, podía comprobar con alivio que era tan sólo un producto de mi imaginación.
-¿Os lo pasáis bien?
Miré sobre mi cabeza, de donde colgaba el maestro Kakashi, boca abajo, con un rostro sereno.
-Al menos ellos sí. –Sonreí con algo de melancolía.- ¿Estabas preocupado por nosotros? No es muy normal que aparezcas de sopetón sólo para vigilarnos…
Kakashi bajó del árbol y guardó su libro mientras se cruzaba de brazos y se apoyaba en el vegetal.
-En realidad… -Dejó caer sus palabras- Venía a darte una noticia.
Le miré fijamente a los ojos, con mucha más atención que la que había puesto en mi vida.
-Ya te han encontrado un grupo. Como siempre decías que querías ser una guardaespaldas profesional, una Mystical Ninja, contacté con una vieja amiga, y te encontró un grupo con un puesto vacante especializado en ello, por lo que tendrás más fácil tu objetivo final.
Pero yo apenas ya le escuchaba, aún en mi cabeza rebotaban las palabras en eco del nuevo grupo. Pasó como un tren sin pausa todos los recuerdos desde que llegué a Konoha, y el último eran mis tres amigos divirtiéndose en el agua, y de nuevo la terrible imagen que me hacía despertar.
-¿Ya me voy? –Pregunté sin poder esconder el nerviosismo en mis ojos- ¿Voy a dejar de ser parte del equipo 7? ¿Me voy a separar… de Naruto?
Kakashi ladeó ligeramente la cabeza. Odiaba cuando hacía eso, porque recorría toda mi mente y sabía enseguida qué pensaba. Pero era inevitable, mi cara se explicaba siempre mucho mejor que no mis palabras.
-Renga, sé lo unida que te sientes a Naruto. –Comenzó sentándose a mi lado.- Seguramente el hecho de que ambos no tengáis padres y otras cosas es lo que os hace tan inseparables. Pero fue un acuerdo: En cuanto encontrásemos un grupo, te ibas. Ya verás como enseguida te acostumbrarás al nuevo cambio.
Encogí mi rostro entre mis brazos mientras Kakashi me agitaba los cabellos dorados. Recordé que dije que no me encariñaría para luego no arrepentirme de nada… Pero como siempre, me equivoqué. Y en cuanto me di cuenta, Kakashi se había desvanecido en el silencio del momento.
-¡Eh, Renga! –Exclamó Naruto desde la orilla, mientras me salpicaba con unas gotas.- He visto que hablabas con Kakashi y…
El joven enmudeció, observándome, aunque yo ni le miraba. Seguramente pudo ver mi mirada perdida, mi pose abatida y la comisura de mis labios arqueada hacia abajo. Entonces cuando me di cuenta, dibujé una sonrisa amable, sin poder evitar presionar mis cejas, lo que me daba un aire forzado.
-Oye, ¿Sucede algo? –Preguntó agachándose para quedarse a la altura de mi mirada.
-Está bien, no hace falta que rebusques así en mis ojos. –Suspiré- Ya te lo digo yo… Me han encontrado un nuevo equipo. Eso es por lo que ha venido Kakashi. Empezaré dentro de poco desde cero… otra vez.
Naruto mantenía un gran asombro en su rostro, a pesar que las facciones de su cara no hubiesen cambiado exageradamente.
Miré al suelo, hacia mis pies, donde tenía delante los del rubio, mientras sentía sudor frío recorrer mi nuca. Mordí mi labio inferior para evitar mis emociones, que se avecinaban rápidas como el tiempo.
-Yo… -Tartamudeé.
De nuevo no hicieron falta las palabras. Naruto me envolvió en sus brazos y yo los apreté con mis pálidos dedos.
-¡¡… No quiero echaros tanto de menos!! –Exclamé por fin.
Naruto, simplemente, no dijo nada. Por una vez, guardó un fuerte silencio.
Y tal como dijo Kakashi, dentro de unos días después, me encontraba en las puertas de Konoha, con una mochila y un mapa que el maestro me alargaba.
-Bien Renga. Será un poco largo el camino, pero si no te demoras llegarás enseguida. –Explicaba el sensei- Tan sólo sigue bien el camino marcado… ¿de acuerdo?
Afirmé con la duda en mi rostro, y el maestro se despidió alzando la mano.
Di unos pocos pasos y me giré, observando las puertas abiertas de la ciudad y a Kakashi, en aquella actitud afable y llena de aprobación. Suspiré triste.
Sola llegué y sola me volvía a ir. Quién hubiera dicho que las cosas fuesen de esta forma.
Di unos cinco pasos, volviendo a mi camino, cuando escuché alguien que me gritaba en la lejanía. Me di la vuelta y vi a Sasuke corriendo. Abrí los ojos como platos, pues de todos los shinobis de la aldea, Sasuke era el último que me imaginaba haciendo eso… Y seguramente, esa imagen tendría que borrarla de mi cabeza de lo espantosa que era.
-¿Sasuke? –Interrogué sin ningún tono en concreto.
El moreno frenó ante mí, poniendo sus manos en las rodillas y jadeando.
-¿Porqué no me dijiste que te ibas? –Preguntó enfadado una vez logró reponerse.
-… ¿Qué?
Sasuke me dio un pequeño puñetazo en el brazo, molesto.
-¡Tú…! Se lo dijiste a Naruto, te despediste de Sakura por teléfono… ¡¡Y a mi no me dijiste nada!!
Miré hacia un lado algo incómoda, mientras soplaba ligeramente el viento.
-Supuse que no te importaría… -Le respondí flojo.
El Uchiha mostró más enfado que antes y me dio la espalda. Me quedé por unos instantes callada, mirando el icono de su familia.
-Supusiste bien. No quiero saber nada más de ti, y menos volver a oír tu voz. Anda, vete, incordio. –Dijo.
Le observé con algo de simpatía y le di la espalda también. Normalmente, no soporto a Sasuke, y solía discutir más que Naruto con él, y más cuando se trataba de defender al rubio. Sin embargo, a medida que había pasado el tiempo, me había parecido haberle empezado a entender.
Fue entonces cuando me abrazó por la espalda, quedándome paralizada.
-¿Sasuke?
-He dicho antes que no quería volver a oír tu voz. –Me interrumpió, con su voz enfadada.-…Te echaré de menos…
Me quedé en silencio. Lo último lo había dicho rápido y muy flojo, de forma casi imperceptible… Supongo que para que no le oyera. Entonces me soltó y seguí automáticamente mi camino, como si no hubiera pasado nada.
Sabía que lo preferiría así.
Pasaron cuatro horas desde que me alejé de la villa, y fue un camino totalmente a pie hasta que di con la aldea que señalaba el mapa de Kakashi. Era un sitio parecido al que yo nací, una pequeña aldea sin nombre ni bandera afiliada a la villa de Konoha. Parecía sustentarse del mundo agrícola, y al final del camino principal, que hacía bajada, se encontraba el edificio más alto. Seguramente sería la sede de mis nuevos estudios.
Por los campos de arroz que se encontraban antes de la entrada, habían un grupo de jóvenes ninja recogiendo la plantación, seguramente haciendo una misión de rango bajo.
Algunos estaban bien puestos en su labor, otros alzaban la mirada y me observaban.
En sus ojos pude ver algunos sorprendidos, otros desafiantes, y otros que entre ellos susurraban.
Me sentí tan incómoda que me cubrí el lado del rostro izquierdo con la mano y seguí mirando al frente, sin perder de vista mi objetivo.
CONTINUARÁ...
Espero que dejéis comentarios y/u opiniones. Gracias.
Vie Mar 13, 2009 10:29 pm
